viernes, 2 de mayo de 2008

Arrancando raíces


¿Qué pasa cuando, donde sea que estés, comienzas a sentirte cómodo?
¿Que pasa cuando tienes el ímpetu de evolucionar, de crecer, de salir, de ir lejos, de trascender... y cuando te vas... te duele?
¿Quién me puede decir por qué es uno desarrolla esta piel adhesiva, alma de velcro? ¿Por qué lo que uno toca por mucho tiempo se vuelve parte de uno? incluso algunas cosas que uno siempre deseó olvidar desde el principio...
Bueno, eso resulta fácil dejar, debo reconocer...
Pero lo que uno adoró, las historias, los esfuerzos, el crecimiento, la madurez, los aprendizajes, el espacio, el orden, los colores y el sudor que uno decididamente puso en cada momento y lugar que se vive, todas estas cosas son difíciles de dejar, imposibles de olvidar. Es un duelo. Es como volver a empezar pero sin aire fresco, ahogado en recuerdos.
El tiempo es peligroso porque puede hacernos sentir apegados a los recuerdos y al olvido. Si dejamos que pase mucho tiempo, podemos olvidar lo que no queríamos o dedicarle nuestro pensamiento, todos los días a lo que no queremos pensar nunca...
Una de muchas lecciones por aprender es no permitir que pase el tiempo y que las raíces se hagan más gruesas y fuertes si no queremos permanecer en ese lugar para siempre. Si no queremos dejar pegada nuestra piel en lugares, personas o situaciones que desde un principio no nos hacían felices... porque de otra forma, serán parte de nuestra vida para siempre... no hay vuelta atrás.
Ahí va un cúmulo de experiencias, pensamientos y situaciones que yo nunca quise, y sin querer son parte de mi vida por decisión propia... ahora intentemos olvidarlas... aprovechemos la oportunidad de crecer... deseo cumplido.

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