miércoles, 19 de febrero de 2014

Hallado y Perdido

Me he encontrado cuando me muevo por mis escenarios de felicidad, cuando veo a esa persona que hace mi sangre correr de alegría, cuando pongo mi energía en fuentes creativas y genero de una nada un todo que me llena y llena a otros en muchos sentidos. Ahí me siento hallado. Me descubro, sé quién soy y cuál es el sentido de mi vida.

Tal como ocurre en esos momentos de la vida en el que se encuentra a la persona correcta, al trabajo correcto, al ambiente correcto, la ciudad, el hobby, el libro, la preferencia, la comida, etc. Ese elemento de la vida que da la sensación de completar perfectamente la existencia, que parece estar hecho para uno mismo, con lo que uno se siente realmente a gusto y con lo que uno podría pasar el resto de la vida sin problema alguno, al contrario, con gran placer. Ese es el momento de estar “hallado”, de haberse encontrado de liberar alguna carga antigua y sentir la frescura de una vida ligera en la que no hay que adaptar las piezas del rompecabezas personal para ajustarse al universo, sino que todo encaja a la perfección y brinda una gran comodidad. Es cuando se uno se “encuentra” a sí mismo.


Pero también me pierdo cuando regreso a la rutina, cuando pierdo mi tiempo, vida y energía en empresas y personas que no me dan más ganancia que una retribución económica que no equivale al verdadero valor de mi ser. Estoy perdido cuando tengo que hablar y convivir con la gente mediocre que no me ayuda a crecer y cuyo entorno es tan pequeño como su visión. Me pierdo cuando no estoy con esa persona, en ese lugar, haciendo eso que me gusta. Me pierdo cuando el contenido de mi vida es vacío. Cuando mi trabajo y esfuerzo no llega a nadie, ahí estoy más perdido que nunca.

A veces uno está hallado y perdido al mismo tiempo ¿qué pasa cuando uno está hallado y no se da cuenta?, simplemente se encuentra el placer de un momento, de una vida tranquila y no se identifica el motivo (la persona, el entorno, la actividad, la preferencia, el objeto del encuentro) es entonces que uno se mantiene perdido, es el momento peligroso en el que uno puede dilapidar dicho “hallazgo” y no recuperarlo por simple ignorancia. Es continuar dentro del esquema previo al descubrimiento por miedo a lo desconocido, es aferrarse a las ideas antiguas, a las personas, a los lugares, a las actividades que no nos hacen crecer, es la ignorancia que nos cierra las puertas que se abren ante nosotros de par en par. La ignorancia, el miedo, la desidia, la mediocridad, son el entorno de la perdición.

No me quiero perder, cuando me he encontrado, quiero seguir en el vagón que me llevará lejos, hasta quién sabe dónde y enfrentar dicha incertidumbre con fortaleza y fe, pues donde sea dicho destino será obligatoriamente un lugar bueno, pues la confianza y tranquilidad permanecen conmigo, lo demás es sólo un escenario. Reconozco que es muy difícil vencer el miedo a lo desconocido, pero parece ser la única forma en que se puede llegar lejos, ser pleno y feliz.

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