jueves, 8 de abril de 2010

Apreciar la ligereza


Comienzo a apreciar la ligereza. Por muchos años la complejidad era mi ícono de crecimiento, de madurez, de elegancia y sabiduría. No podía ser culto si no había complejidad… estaba equivocado. La complejidad no tiene nada que ver con la cultura, ahora veo que la ligereza es intrínsecamente apreciada por los demás. Y una ligereza culta es irremediablemente atractiva.

Ahora me libero de mis falsas ideas de complejizar, de buscar recovecos para llenar mis textos, mis palabras, mis ideas. Me deshago de cargas inútiles que amenazan con corromper mis sueños. Elimino los respiros cortos y me dedico una larga y nutritiva inhalación con su respectiva liberadora exhalación. Todo fluye mejor cuando estoy libre de cargas, de ideas inútiles.
Agradezco a las personas y pensamientos que me han permitido vivir la complejidad, a las situaciones de vida que me han permitido y exigido experimentar diversos niveles de entendimiento simultáneo. Me dispongo a flotar. Aprovecho las habilidades obtenidas para dirigirme hacia mis sueños. Floto en mi mente y alma y camino en mi vida con paso firme. Libre de miedos y temores, libre de envidias y rencores, libre de odio.

Floto en la luz del entendimiento y con la guía del Universo, con la guía de Dios. Nada malo me pasará. Confío, como niño y como tal, crezco sonriente, con la esperanza de ser más y más alto. Desde las alturas veo y comprendo, sin esfuerzo, tan sólo por simple resultado natural. Yo soy.

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