
Los Rencores son absurdos estorbos que hacen pesada la vida. Pero satisfacen un extraño y oscuro placer de sufrimiento. Parecen propiciados por una gana de venganza, de reclamo, de acusación, es una liberación de las propias culpas, una transferencia de pesar… que se hace más pesada de ese modo, porque al no ser dueños de dicha culpa, solo nos queda cargarla como rencor…
El perdón es la única liberación.
A veces cuesta arrancarse del corazón esa agridulce sensación, porque nació como una reacción al dolor causado por otros (a veces el dolor también nos lo causamos nosotros mismos, ahí la reacción es distinta), y el rencor resulta una miel sobre las heridas.
El rencor es una venda que aprieta y causa escozor, a la larga hace más daño que bien, puede matar al impedir el flujo natural de los ciclos.
El perdón es la única liberación.
A veces cuesta arrancarse del corazón esa agridulce sensación, porque nació como una reacción al dolor causado por otros (a veces el dolor también nos lo causamos nosotros mismos, ahí la reacción es distinta), y el rencor resulta una miel sobre las heridas.
El rencor es una venda que aprieta y causa escozor, a la larga hace más daño que bien, puede matar al impedir el flujo natural de los ciclos.
El perdón es respirar profundo y exhalar, y luego volver a respirar y exhalar una y otra vez. Hasta que el centro de nuestro ser se llene de la energía suficiente que nos permita ver más allá del punto que duele. Tomar la decisión de quitarse esa piel de dolor, desvestirse en la intimidad del alma y portar una piel nueva, más fuerte, llena de aprendizaje, de crecimiento.

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